“Es verdad. Si se para uno a considerarlo bien, hay muchos libros. Se tropieza uno con ellos a cada paso. Acechan a la vuelta de los más ocultos recovecos; acompañan en el viaje, aunque no se más que el modestísimo del tranvía; entretienen el aburrimiento o la angustia de las salas de espera; templan la melancolía de las convalecencias y de las tardes de lluvia; usurpan, a veces, las funciones del amado ausente; montan guardia en las mesas de noche, al alcance de la mano del insomne; se esconden bajo las almohadas como el secreto más peligroso de la adolescencia; presiden ciertos actos solemnes y risibles; resplandecen de venalidad en los escaparates de lujo; amarillean en los puesto callejeros; se mustian bajo las axilas de los estudiantes; se abren, de par en par, en las cátedras; duermen en las bodegas de los ricos; arden en las hogueras de los fanáticos.
“Es verdad. El mundo está plagado de libros.”
–Rosario Castellanos, Rito de iniciación